martes, 19 de agosto de 2014

El Príncipe (Il principe en italiano)

Este fue un libro escrito por Maquiavelo, terminado en 1513 durante su encarcelamiento en San Casciano, por haber sido inculpado de traicionar a los Médici. Fue publicado en 1531, después de su muerte. Dedicado a Lorenzo II de Médici, como regalo. El contenido del libro se basa en enseñar al príncipe a conservar el poder. Describe al príncipe como inmoral y cruel ("...la ofensa que se haga a un hombre tiene que ser tal que no pueda vengarse..."). El príncipe debe aprovechar las oportunidades por medio de sus méritos. En este libro se trata el tema de como el poder se justifica a sí mismo. Fortuna, virtud y talento-mérito son parte del proceso de adquirir, conservar y perder el principado. El primer tema tratado en el libro es cómo debe comportarse un príncipe con relación a la conquista y administración de su principado. El nuevo príncipe debe asegurarse de que el linaje del principe anterior desaparezca por completo para así evitar que de alguna manera el poder vuelva a caer sobre las manos de este; asimismo debe renovar toda su corte.
 Maquiavelo no tiene en mente desacreditar la moral, sino crear una imagen de justicia nueva, correcta "...Es mejor que el príncipe sea justo (o en todo caso que lo aparente)...".
Intenta hacer entender al lector que solo es necesario cambiar la lengua y provincia por cultura organizacional.
La idea del maquiavelismo consiste en que hay una ética para el pueblo y una diferente para el príncipe.
En la lucha, el hombre actúa como un animal y el animal lucha únicamente con la fuerza, esto quiere decir que para la guerra no se necesita del pensamiento solo la violencia.
Pero no hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la verdad; y resulta que, cuando todos puedan decir la verdad, faltan al respeto. Por lo tanto, un Príncipe prudente debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombre de buen juicio de su Estado, únicos a que dará libertad para decir la verdad, aunque en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas. Pero debe interrogarles sobre todos los tópicos, escuchar sus opiniones con paciencia y después resolver por sí en su albedrío.



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